El rajaleña



Tonada propia del departamento del Huila y el tolima, en la cual se perciben aún influjos de las herencias indígenas. Se cantan en coplas con estribillos, y se ejecuta con un grupo instrumental formado por tiples, guitarras, bandola, chucho, esterilla, quiribillos, puerca, tambora, raspa, carángano y, ocasionalmente cienpatas. El rajaleña es el verdadero antecesor del bambuco del interior, porque en el la tambora sigue siendo el principal apoyo armónico, como lo fue en el siglo XVII y en el XVIII, marcando el compas de 6/8.

La índole picaresco y socarrona del coplerio de la gran llanura tolimense, donde, según lo demuestra que “rajar” tiene el sentido de aludir burlescamente a las personas, criticar, murmurar, y “leña” es simbólicamente golpe o puya, hace pensar que el aire se llamó “rajaleña” no por ser propio de campesinos o rústicos leñadores, sino por el carácter picante y gracioso, y por la desenvoltura critica que lo singulariza.
Después de cantar la cuartilla entera se oye un “postludio” que ejecutan los tiples, las guitarras, la dulzaina, la hojita de naranjo y la imprescindible flauta de queco o de guadua de Castilla, todo esto acompañado con los instrumentos de percusión; la tambora, el alfandoque, la carrasca o raspa, la puerca y el carángano. Este postludio que sirve también de interludio instrumental entre el primer coplero y el segundo, tiene la ventaja de que el cantor que ligue el turno riguroso tenga el tiempo necesario y suficiente para pensar y elaborar su interpretación.

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