El pasillo



El pasillo desciende de los valses populares conocidos desde el siglo XVIII, en particular de la “capuchinada o resbalon”, nombre con el cual se denominaba una melodía tocada en compás de ¾ a imitación de los valores españoles, que se iniciaba cadenciosamente y terminaba con aceleración. Era una manera de alegrar las fiestas, romper el estiramiento protocolar a los movimientos de las parejas. La capuchinada tuvo su asiento principal en Bogotá, a principios del siglo XIX, hasta 1866 y con el correr del tiempo recibió el nombre de “ valse al estilo del París”.

El vocablo “pasillo” es una deformación de la palabra española “paseíllo”, con la cual se designaba también una danza popular. Los cuadros de costumbres de aquel tiempo, entre ellos las graciosas descripciones de Manuel Pombo, 1847, al referirse a la “contradanza”

Y al “valse”, aluden con picardía a la costumbre implantada un poco por los músicos de encender los ánimos festivos rematando aquellos aires aristocráticos con ritmos apresurados, modalidad muy apetecida por el pueblo raso de Bogotá.

En el folclor colombiano el pasillo tiene dos modalidades a “tempo lento” propio para cantar y que se acompaña de la misma manera que el bambuco.


Es típica la forma a dos voces a cargo dé los mismos instrumentistas, y el de “tempo rápido” que, por lo común, es solamente para tocar en grupo instrumental: murga, conjunto típico de cuerdas estudiantinas.

De ascendente antillano, pero aclimatado en el siglo XIX entre nosotros con cierto relieve aristocrático. Este aire procedente de Cuba es una trasformación de la antigua contradanza. Es el mismo ritmo habanera de paso cadencioso y acentuado explotado por toda clase de compositores españoles, franceses y americanos, entre otros. Ha sido escrita en compás de 2 tiempos y su característica ritmo-melódica en figuración de tresillos. Sus movimiento animado, con su ritmo en 6/8 original de la antigua contradanza, es posible que haya originado el ritmo de acompañamiento del bambuco.

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